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Argentina Pasado y Presente (página 2)



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En definitiva, no puede dejarse de afirmar que América
sirvió como una forma de construir aquello que ellos
querían ser, su modelo de
sociedad, de
Estado, en fin
su Utopía, y que tuvo su influencia en la constitución del pensamiento
filosófico-político y que a la postre es el que
terminó influyendo en los "ilustrados argentinos" como un
modelo a instaurar aquí.

Aunque la pregunta es ¿qué es una
Utopía y que función
cumplió en su momento?. El término fue
acuñado por el humanista inglés
Tomás Moro quien en 1515 publica su obra que lleva
justamente como nombre "Utopía". Este término
derivado del latín significa un "sin lugar", utilizado por
él como una forma de buscar el establecimiento de una
nueva política, de un modo distinto de gobernar,
retomando Moro de la República de Platón
el rol que el filósofo debía cumplir en la Inglaterra de su
tiempo
signada por los caprichos del monarca- como educador, pero
teniendo como fin la realización de un mundo más
justo y éticamente posible. "Utopía concibe un nexo
entre la ficción con ideas y la realidad que acontece.
Crea un ámbito deliberativo en el campo de la realidad
pública. Esta realidad de lo público era realidad
absoluta. El ámbito ficcional es lo verosímil, que
delibera y corrige lo que es real en ese tiempo." Y es justamente
que Moro buscaba a través de su obra "ficcional" la
posibilidad de cambiar la realidad de su tiempo para llevarla
hacia una más justa e igualitaria. Moro ficcionalisa este
modo de verdad histórica con las ideas y da otra idea de
verdad. Introduce la cuña de lo verosímil, posible
en esta realidad natural e inmediata e inmutable, transformando
la idea de un saber natural de la verdad en un saber
histórico que modifique lo dado.

Utopía es lo por venir, es el advenimiento de un
modelo a seguir, pero que no se presenta a la sociedad con
normas
naturales. No la piensa de modo fijo y sin proceso. Todo
sistema es
perfectible, se puede modificar. En Moro la estabilidad ha de ser
la República, éticamente constituida con equidad, y el
gobierno de la
mayoría, tomando como modelo la vida comunitaria que los
aborígenes americanos tenían.

Después de leer esto y volviendo a Grüner,
en el mencionado capítulo 7, el habla de la existencia de
una Rama Dorada, que es aquella donde muchas culturas
separadas entre sí tanto espacial como temporalmente
constituyen mundos deseables, utópicos y cuya mera
concepción suele ser utilizada como denuncia o crítica
de los mundos reales en el que los sujetos están
condenados a vivir, además de servir para ahuyentar
periódicamente el temor del Apocalipsis cultural. Esta
configuración, dice Grüner, puede encontrarse
prácticamente en todas las sociedades que
alguna vez han sido. Sin embargo frente a ella encontramos la
denominada Comunidad de las Hormigas, que en definitiva
termina triunfando sobre la Rama Dorada, burlándose de la
Utopía a la que identifica con los totalitarismos y los
fundamentalismos, dando lugar así a un modelo capitalista
que rechaza la "utopía futura" en nombre de la "democracia
actual", privándonos de una "utopía
democrática" que se dedique a criticar a la actual
democracia vinculada más bien con el mercado
global, es decir que no nos deje inermes ante una demanda de
conformidad con una democracia ya conquistada, acabada, "hecha"
de una vez y para siempre y no pensada y pactada como una
praxis en
permanente redefinición y refundación, orientada
por un futuro deseable.

Más bien una utopía que nos sirva, como
sirvió a pensadores y filósofos europeos pero que sirvió
también para la emancipación de los pueblos
americanos.

Sin embargo, esta construcción de la identidad
europea y que hace al Otro o a la "Otredad" como una forma de
legitimar al capitalismo en
ascenso: del "hombre lobo
del hombre" de Hobbes al
"buen salvaje" de Rosseau, América es con frecuencia el
paradigma
privilegiado del hipotético estado de naturaleza que
la modernidad
europea postula haber superado mediante la racionalidad
contractual que luego será complementada con la
expulsión de América de la Historia. Por eso es
útil remarcar como dice Grüner: " América no
es para Europa el modelo
a seguir sino que es la condición de posibilidad para la
construcción de su sociedad política como
civilización, aunque para ello haya despojado a
América de su sociedad política pero también
de su historia".

Es así que la situación utópica
para los pueblos no europeos en esta nueva etapa es la vida
cotidiana occidental.

Sin embargo es a fines del siglo XIX cuando las
utopías comienzan a caer a favor de las filosofías
científicas, sumado al desarrollo del
capitalismo industrial, da surgimiento a la Antropología como ciencia del
otro o positivización del otro, con entidad
empírica. Esto provoca una alteración del discurso ya no
centrado en la critica o en la reflexión sobre la
alteridad para sentar las bases fundacionales de un nuevo orden
mundial, sino en el discurso del orden, concentrada alrededor del
aparato discursivo y los sistemas de
representación simbólicas descubiertos por la
ilustración del S. XVIII.

Es a partir de la Revolución
Francesa que se va moldeando el tipo de sociedad ideal
occidental moderna cuyo espacio de realización es la
"polis", espacio doble de inclusión/ exclusión pero
sobre todo espacio de establecimiento de puntos de fijeza
políticos, de fundamentos inalterables: espacio por
definición utópico que se opone al vacío de
la barbarie representada por el desierto,
observándose ya la sutileza de la operación: un
espacio virtual todavía no creado se opone ya a un espacio
"vacío" como se oponen a la civilización a la
barbarie, la cultura al
salvajismo.

A través de los iluministas, racionalista o
positivistas, esa línea se anuda en el pensamiento de
Alberdi y su "gobernar es poblar" o con Sarmiento y su
"civilización y barbarie", donde ve en las ciudades una
ampliación de los espacios múltiples y superpuestos
que permiten un mejor ejercicio de las libertades,
autoorganización de la vida cotidiana, mayor contacto con
los gobernantes, pero sobre todo mayor control y orden
que hacen posible la democracia y la
civilización.

Es la asociación de la ciudad con la
utopía de una sociedad perfectamente ordenada y racional y
así del progreso, que solo es posible en el marco del
orden civil, fundando así una utopía imitativa que
va a llevar a la construcción o invención de un
país de "arriba hacia abajo". El universo indio
y criollo es la anomalía anacrónica de la historia
real a la que debe oponerse la modelización del futuro, la
planificación del progreso.

Pero ante la realidad de nuestro país, carente de
una fuerte y homogénea sociedad civil,
para que esta exista y se consolide no solo se requiere de un
estado organizado sino también de una cultura urbana
planificada en detalle.

Sin embargo para Sarmiento, el logro de esa sociedad
ideal estaba obstaculizada por el Otro eventualmente conquistable
que es la sociedad bárbara, pero también por
ese otro mucho más irreductible que es la maldición
del espacio: la realización de la utopía requiere
la remodelación del espacio desértico, su
reducción pero también su
reordenamiento.

En definitiva es muy ilustrativo lo que Arturo
Jauretche
dice sobre estas afirmaciones, calificadas por
él como "zonceras"en su fenomenal obra "Manual de
Zonceras Argentinas" y donde el parte del análisis de las mismas comenzando por la
"madre de las zonceras": Civilización y Barbarie
("la que las parió a todas").

Con respecto a esta zoncera Jauretche dirá: " la
idea no fue desarrollar América según
América, incorporando las ideas de la civilización
moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo
asimilado, como quien abona el terreno donde crece el
árbol. Se intentó crear Europa en América
trasplantando el árbol y destruyendo lo indígena
que podía ser obstáculo al mismo para su
crecimiento según Europa y no según
América."

"En la intima contextura de esa mentalidad hay un cierto
mesianismo al revés y un irrefanable vocación por
la ideología. Por el mesianismo invertido, la
mentalidad colonial cree que todo lo autóctono es negativo
y todo lo ajeno positivo. Por el ideologismo por que prefiere
manejar la abstracción conceptual y no la concreta
realidad circunstanciada […] el mesianismo impone civilizar. La
ideología determina el cómo, el modo de la
civilización. Ambos coinciden en excluir toda
solución surgida de la naturaleza de las cosas, y buscan
entonces, la necesaria sustitución del espacio, del hombre
y de sus propios elementos de cultura. Es decir: rehuir la
concreta realidad circunstanciada para atenerse a la
abstracción conceptual. Su idea no es realizar un
país sino fabricarlo."

Más adelante Jauretche recalca que lo que esa
clase
denominó como progreso en ese tiempo era congruente con
sus intereses económicos, confundiendo su prosperidad con
la del país.

Sin embargo según su visión el problema es
que con posterioridad, con el cambio de las
condiciones internas y externas, por el aumento de la población y su nivel de vida, y la
situación en el mercado mundial
de la economía de intercambio comercial fundada
en el precio, por la
economía mercantil, se destruyen las bases de la estructura
primaria de intercambio de materias primas por materias
manufacturadas, pues "así como hay imperios que pierden
sus colonias, hay colonias que pierden su imperio, cuando dejan
de serles necesarias a éste."De esta manera mesianismo e
ideología ya no encuentran, como pareció antes, su
identificación con el destino del país. Así
esta clase, pierde el papel promotor que se había asignado
mientras se creyó constructora para hacerse conservadora
en un país que no debe dar un paso más adelante,
convirtiéndose paradójicamente en
antiprogresistas.

En cuento a la
zoncera del "gobernar es poblar" alberdiano, Jauretche
dirá que: " Sarmiento y Alberdi querían cambiar el
pueblo. No educarlo, sino liquidar la vieja estirpe criolla y
rellenar el espacio vacío con sajones. Esta monstruosidad
tuvo principios de
ejecución. Al criollo se lo persiguió, se lo
acorraló, se lo condenó a una existencia inferior
[…] progresar no es evolucionar desde la propia naturaleza de
las cosas, sino derogar la naturaleza de las cosas para
sustituirla. Sin embargo los aportes de sangre europea
que se vertieron a raudales sobre el país, no consiguieron
establecer una síntesis
humana muy distinta de la precedente. Los ingleses se agauchaban.
Los polacos, los alemanes, los italianos también.[…] se
hizo una nueva masa humana que se doblegó sin resistencia ante
la potencia de la
geografía
y la presencia irreductible de lo hispánico como principio
organizador de la convivencia."

Por eso la famosa frase que inmortalizó a
Alberdi, habría que aclararlo, debió ser entendida
en su real dimensión como dirá Jauretche, ya que
"gobernar es poblar" debe ser entendida como poblar pero de
determinada manera y con determinada población, por que en
definitiva el europeismo finalmente reinante en nuestro
país no era el que hubieren deseado nuestros
próceres.

Como dirá Grüner lo paradójico de
este nuevo sistema de representación completamente imbuido
de spencerismo y darwinismo social termina llevando a legitimar
las necesidades económicas de la clase dominante,
expresadas entre otras cosas por su política
inmigratoria.

Política de la que luego se arrepentirá no
sólo por las ideologías que venían con estos
nuevos habitantes, sino por que las razas que llegaron
mayoritariamente no eran las preclasificadas como las
"superiores".

"El régimen fracasó
sociológicamente" dirá el autor, sintetizando que:
"el régimen quiso cambiar el pueblo y no pudo: quiso
entregar el espacio inerme y tropezó una y otra vez con
algo viviente y cálido que nosotros llamamos la conciencia
nacional y ellos desprecian como barbarie." Esta idea es
entendible si se piensa que la obra fue escrita en una
época de cambio en Argentina en las postrimerías
del Peronismo como
movimiento
nacionalista generador del movimiento de masas más grande
de América
Latina. Es entendible que la clase oligárquica se
convirtiera en la principal opositora de este naciente
movimiento.

Jauretche dirá críticamente: "nos
enseñaban una historia de puertas cerradas, desgranada en
anécdotas y biografías, o de
bases filosóficas ingenuas, y nos mostraron la
abstracción de un país casi totalmente creado por
pura casualidad interna […] nos escindíamos en
pueblerinos o ciudadanos del mundo, así de una historia
isla, pasábamos a la evaporación, a las sombras
chinescas de una historia océano, donde la historia se
juega en cualquier lado menos aquí"

Jauretche sigue diciendo que de la madre de las zonceras
se deriva otra que reza: "el mal que aqueja a la Argentina es la
extensión", lo que quizá quiso significar es que el
desierto es demasiado grande. Por ello Jauretche dirá que
"…como realizar civilización era hacer la Europa en
América, la empresa era
arto más difícil cuanto más América y
menos Europa fuera el espacio. Así disminuir la
extensión resultaba desamericanizarse para reducirse al
espacio apto para una rápida civilización europea.
Estorbaban el desierto, las montañas gigantescas, las
selvas impenetrables, los ríos indominables, mientras una
parcial extensión del territorio, la pampa
húmeda
, ofrecía la fácil perspectiva de
una rápida creación de Europa en América, o
mejor dicho, de una prolongación de Europa en
ella."

No es necesario aclarar que para la clase elitista que
se presumía más europea que americana en ese
momento, profundamente positivista pero también
darwinista, las poblaciones autóctonas eran más
débiles que las europeas, carácter que se verificaba no sólo
en las personas sino también en los animales.

En resumen, el debate, al
decir de Grüner, se sienta en la instauración
utópica de la "ciudad futura" que luego se vuelve
degeneración cosmopolita y especuladora, burdamente
materialista y cuyos males son raciales y hereditarios, y que
lleva a partir del centenario a imponer un retorno a los valores
autóctonos y a la tradición, el campo y el mito gaucho
como utopías retroactivas para enfrentar el mal
concentrado en la ciudad y en las masas inmigrantes.

Por eso, para ir concluyendo este capítulo, una
vez que la presunta "Otredad" ha quedado desvirtuada por el
sentido de que se ha tomado una real conciencia de que entre
"nosotros" y el "otro" no hay diferencia alguna sino que son
parte de lo mismo, es que se nos hace necesario plantear un nuevo
análisis superador de la dicotomía o mejor dicho de
la "zoncera" civilización y barbarie para entrar de
lleno en los efectos que la civilización occidental a
provocado en el plano sociológico en esta época
posmoderna, signada por la tercera fase del capitalismo y cuyo
icono es la
globalización, que como término
económico a impuesto un orden
o un sentido distinto a la vida de las personas que es pasible de
ser analizado sin tener que adentrarnos en un país u en
otro, por que justamente su importancia o funcionalidad para con
el capitalismo radica justamente en terminar, por lo menos desde
el punto de vista económico, con las fronteras nacionales,
socavando los principios y las bases de la denominada "Modernidad
Sólida" e iniciando así un proceso de
licuación de las mismas.

En definitiva, vamos a tratar de explicar los nuevos
caracteres de este mundo global, la forma en que fue posible su
instauración en Argentina y sobre todo sus efectos sobre
la vida de las personas.

Capítulo
II- Argentina y el Mundo Global.

Para empezar este capítulo me parece interesante
hacerlo con la reflexión de Grüner, que luego de lo
desarrollado en el capítulo anterior, adquiere ribetes de
cruda realidad por el hecho de que debe reconocerse ya luego de
200 años de historia, que el proyecto
"nacional" llevado a cabo por nuestros "padres fundadores" ha
fracasado. Quizá por haber sido impuesto de arriba hacia
abajo; del Estado a una sociedad que es en buena medida su
producto y no
al revés; otro tanto tuvo que ver la población
apresuradamente transplantada, con sus tradiciones, su cultura,
sus raíces sociales, ideas políticas
y, en definitiva, su "otra historia" que nos llevan a afirmar que
la idea borgiana de que los argentinos somos "europeos en el
exilio" es totalmente cierta, aunque, justamente el error estuvo
en pretender diseñar un país como desprendimiento
de Europa, pero sin tener en cuenta las condiciones
históricas, socioeconómicas o culturales
correspondientes, muy distintas a las nuestras. La paradoja esta
en que una parte de la población argentina logra
convencerse de que son europeos o que lo siguen siendo. Como
dirá Grüner: " un país así no puede
menos que constituirse en un experimento casi indefectiblemente
destinado al fracaso"

Por ello siendo evidente el fracaso de ese
"experimento"- y los que siguieron con posterioridad- solo queda
el "laboratorio".
Grüner dirá: " agotadas las experimentaciones
internas,.queda el campo orégano para las más
audaces aplicaciones técnicas
globalizadas que vengas a sustituir tanto a los precedentes
experimentos
neocoloniales como a los modernamente nacionales que se quisieran
imponer"

En definitiva, lo que se va a tratar de exponer es
justamente el nuevo "experimento" que se ha querido llevar a cabo
y que fue tan resistido por la sociedad argentina por tanto
tiempo. Se tratará de hacerlo teniendo en cuenta no
sólo como fue posible su instauración, sino los
efectos que provocó sobre la sociedad civil y las instituciones
más emblemáticas de la modernidad como ser: la
representación, el estado,
el trabajo,
etc.

Para comenzar, Grüner dirá que a partir de
diciembre del 2001 se comenzó a manifestar una profunda
crisis de
representación del sistema
político pero también de una crisis de la
sociedad civil misma que ya venia de antes. Pero ¿ Cuando
puede afirmarse que comenzó esta crisis?.

Más allá de reconocer que en la sociedad
siempre hay sectores reticentes a cualquier tipo de participación política, no podemos
afirmar que nuestra sociedad se haya caracterizado a lo largo de
la historia por su "ausentismo" en todo lo relacionado a lo
político. Más bien, haciendo un análisis
histórico podemos decir que necesariamente "tuvo que pasar
algo" para que hoy las estadísticas y ¡¡¡los
hechos más que nada!!! Nos revelan en el fondo el gran
reproche que la sociedad siente por todo lo relacionado con lo
político o lo comunitario.

Esto tiene una mayor importancia cuando al analizar la
historia reciente hay que explicar como un país como la
Argentina- donde existía una clase trabajadora cuya
situación era envidiada incluso en países
desarrollados- permitió casi de un día para el otro
que se instaure un modelo económico tan inequitativo y
devastador como lo es el de la escuela de los
monetaristas o mejor conocido como "neoliberal". Un modelo que
socava y termina con los principios elementales como la justicia
social y la soberanía económica colocando a la
Argentina en la misma situación que el resto de las
naciones latinoamericanas, e incluso en algunos aspectos a las
naciones africanas.

La pregunta es ¿cómo se llevó
adelante este "experimento"? o mejor dicho ¿cómo
pudieron apoderarse del "laboratorio" los pregoneros de esta
ideas macabras?

Una lectura
interesante nos la da la socióloga y activista canadiense
Noami Klein en su reciente libro "La
doctrina del Shock" que aunque nos parezca que- como muchas otras
obras de escritores anglosajones- se trata de teorías
abstractas y sin aplicación posible en la realidad, esta
tiene casualmente su génesis en Argentina y
Chile.

Según esta doctrina, la historia política
de los últimos 35 años adquiere un aspecto muy
distinto del que se ha contado. "Algunas de las violaciones de
DDHH más despreciables de este siglo se articularon
activamente para preparar el terreno e introducir las reformas
radicales que habrían de traer el ansiado libre
mercado"

La idea dirá Klein : "… es que una matanza, un
desastre natural, o cualquier hecho conmocionante abre paso a la
posibilidad que Friedman pone como condición para que se
aplique la política del shock a una sociedad domesticada
por el miedo o el terror". Así, pueden formar parte de
esta doctrina tanto los golpes de estado latinoamericanos como la
guerra de
Malvinas, la matanza de Tiananmen en China, los
atentados a las Torres Gemelas o los desastres
naturales que parecen cada vez más cotidianos:
herramienta de shock para justificar luego políticas
económicas de privatización, depredación,
concentración de la economía en pocas manos,
desempleo,
empobrecimiento y hambre a costa del sometimiento de sociedades
enteras.

Es importante aclarar que los economistas admiten esto,
desde Milton Friedman hasta John Williamson, reconocieron que
nunca han podido imponer una cirugía radical de libre
mercado si no hay una crisis en gran escala, es decir
que "la misma gente que propugna el mito central de nuestra
época, que la democracia y el capitalismo van mano de la
mano, sabe que se trata de una mentira y lo admite por escrito.
La doctrina de shock, como todas las doctrinas, es una
filosofía de poder. Sobre
como lograr objetivos
políticos y económicos. Y es una filosofía
que sostiene que la mejor manera y oportunidad para imponer ideas
radicales de libre mercado es en el período que sigue a un
gran shock […] la idea es que esas crisis, esos desastres
ablanden a sociedades enteras. Las dislocan. La gente se
desorienta. Y se abre una ventana en la cámara de
interrogatorio. Y en esa ventana se puede introducir lo que los
economistas llaman la terapia del shock económico. Es una
especie de extrema cirugía de países enteros. Es
todo de una vez. No es una reforma por aquí, otra reforma
por allá, sino el tipo de cambio
radical que vimos en Rusia en los
noventas, que Paul Bremer trató de imponer en Irak
después de la invasión." Concluye diciendo Klein
que " la doctrina del shock se trata de un intento de comprender
mejor la ideología con la que vivimos, la ideología
dominante de nuestros días, que es la economía de
mercado desinhibida".

Me parece que no es necesario aclarar que en Argentina
los "Chicago boys" reinaron de la mano de José Alfredo
Martínez de Hoz durante la dictadura militar
y Domingo Cavallo durante el decenio menemista, instaurando en
toda su extensión la "Sociedad Cero" de la que nos habla
Eduardo Grüner.

A partir de este análisis podemos entender un
poco más los efectos que este modelo económico
produjo también en la sociedad civil, siendo el más
significativo el relacionado con la instauración de una
"lógica
de mercado" en el ámbito de las relaciones
humanas , medidas por la relación "costo– beneficio"
y donde lo social, lo comunitario, por su "escaso valor" ya no
es del interés de
nadie.

Como dice Grüner, además este modelo impuso
el principio del "déficit cero" que según las
recetas neoliberales implicaban eliminar a una tercera parte de
la población- jubilados, empleados estatales, docentes, etc-
aquella que posee una escasa capacidad de consumo pero
que ocupan un "espacio vital" que podrían destinarse a
negocios
más lucrativos, sobre todo aquellos que prometen ganancias
al corto plazo.

Sin embargo, como dice Grüner, se ha demostrado que
esas políticas no son necesarias ni demostraron serlo para
disminuir el presunto déficit, lo que a la postre
terminó desnudando los verdaderos intereses de el sistema,
que implicaban darle a los grandes empresas todos
los reaseguros de que su poder jamás seria ni siquiera
rozado, por más que la lógica económica no
pudiera ser remontada.

Pero la explicación no debe buscarse en el plano
económico sino en el político, ya que a
través de este modelo opero una transferencia de poder que
en tiempos pasados estaba en manos de la clase trabajadora y
sectores empresarios nacionales, pasando a una fase de
concentración de la riqueza en pocas manos, entre ellas
las grandes empresas multinacionales y sectores nacionales
vinculadas al capital
transnacional. Pero "vienen por más", no solo por el dinero sino
por el poder, por todo el poder, por el país, la
región, el mundo y por cada uno de nosotros. Por ello como
dice Grüner: " Esto demuestra que en la Argentina, al igual
que en todo el mundo periférico la economía es cada
vez más, política concentrada; no es cierto que la
economía ha reemplazado a la política: esto es un
truco ideológico destinado a disfrazar el hecho de que
esta economía es una cierta política."

Por ello siguiendo Grüner: " la sociedad
está siendo víctima de un genocidio, pero no
de uno actual sino de uno futuro; la muerte
cotidiana de niños
por hambre, o la perspectiva de una pronta generación de
discapacitados físicos y mentales por insuficiencia
vitamínica, constituye una política
poblacional
a largo plazo. Sus armas son
económicas pero pueden ser militares. El objetivo
político de esta guerra no es
el déficit cero sino la sociedad cero".

En cuanto a lo que dice Grüner respecto a esta
crisis actual: " se ha terminando vulgarizando la idea de que se
trata de una crisis completamente inédita, para la
cuál no contamos, por lo tanto con parámetros,
conceptos o categorías históricas que permitan
construir aunque fuera un marco teórico global de
referencia
." Habría que aclarar que, como
también lo dice Grüner, se trata de una crisis
"sistémica integral." Para entender entonces un poco
cuál es su lógica y así poder contrarrestar
sus efectos nocivos, es útil la lectura que
hace Zygmunt Bauman al abordar el problema del individuo.

Es interesante su análisis de como el
individualismo puede afectar el rol político que cada uno
tiene en la sociedad, dirá:"… como lo sospechaba De
Tocqueville, liberar a la gente puede volverla indiferente. El
individuo es el enemigo número uno del ciudadano
sugería. El "ciudadano" es una persona inclinada
a procurar su propio bienestar a través del bienestar de
su ciudad- mientras que el individuo tiende a la pasividad, el
escepticismo y la desconfianza hacia la "cosa común", el
"bien común", la "sociedad buena" o la "sociedad justa".
¿Qué significa "bien común" sino dejar que
cada uno se satisfaga a su modo?. Toda actividad que emprendan
los individuos cuando se juntan y todos los beneficios que sus
tareas compartidas les importen auguran una restricción de
su libertad de
procurarse lo que consideran convenientes para sí mismos
por separado y no ayudan en nada tales fines. Las únicas
dos funciones de
utilidad que
uno puede esperar y desear que cumpla el "poder público"
son la observancia de los "derechos
humanos", o sea, que cada uno pueda seguir su propio camino,
y la posibilidad de que todos lo hagan en paz- protegiendo la
seguridad de las
personas físicas y sus propiedades, encerrando a
criminales reales o potenciales en prisiones y manteniendo libres
las calles de arrebatadores, pervertidos, vagabundos y toda otra
clase de extraños detestables y
malintencionados."

Más adelante dirá que: " La
individualización ha llegado para quedarse; todo
razonamiento acerca de los medios de
hacer frente a su impacto sobre el modo en que llevamos adelante
nuestras vidas debe partir de la aceptación de ese hecho.
La individualización concede a un número cada vez
mayor de hombres y mujeres una libertad de experimentación
sin precedentes- pero también acarrea la tarea sin
precedentes de hacerse cargo de las consecuencias. El abismo que
se abre entre el derecho a la autoafirmación y la
capacidad de controlar los mecanismos sociales que la hacen
viable o inviable parece alzarse como la mayor
contradicción de la modernidad fluida…".

En cuanto al poder dirá: "… se aleja a toda
vela de la calle y del mercado, de las asambleas y de los
parlamentos, de los gobiernos locales y de los nacionales,
más allá del alcance del control de los ciudadanos,
hacia la extraterritorialidad de las redes
electrónicas."

Por esto Bauman dirá que: " el gran dilema de la
escuela crítica es tratar de volver a unir aquello que ha
separado la combinación de la individualización
formal y el divorcio entre
el poder y la política. En otras palabras,
rediseñar y repoblar un ágora hoy mayormente
vacía- el lugar de encuentro, debate y negociación entre el individuo y el bien
común, público y privado-. Si el único
objetivo de la teoría
crítica- la emancipación humana- significa hoy
algo, esto es poder reconectar los dos extremos del abismo que se
ha abierto entre la realidad del individuo de jure y el
posible individuo de facto. Y los individuos que recuperen
sus habilidades y herramientas
ciudadanas perdidas serán los únicos constructores
que estén a la altura de la labor de levantar este puente
en particular."

Siguiendo con el análisis de Bauman es
útil aquel que remarca que más que ciudadanos este
modelo pretende convertirnos en consumidores, guiados no por las
necesidades sino por los deseos. Él nos dirá: " La
historia del consumismo es la historia de la ruptura y el
descarte de los sucesivos obstáculos "sólidos" que
limitan el libre curso de la fantasía y reducen "el
principio del placer" al tamaño impuesto por "el principio
de la realidad". La "necesidad" fue descartada y reemplazada por
el deseo, que era mucho más "fluido" y expandible a causa
de sus relaciones no del todo lícitas con el voluble e
inconstante sueño de autenticidad de un "yo interior" que
esperaba poder expresarse. Ahora al deseo le toca el turno de ser
desechado. Ha dejado de ser útil: tras haber llevado la
adicción del consumidor a su
estado actual, ya no puede imponer el paso. Se necesita un
estimulante más poderoso y sobre todo más
versátil para mantener la demanda del consumidor en el
mismo nivel de la oferta. El
"anhelo" es ese reemplazo indispensable: completa la
liberación del "principio del placer", eliminando y
desechando los últimos residuos de los impedimentos del
"principio de realidad" […] en tanto la facilitación del
deseo se basaba en la comparación, la vanidad, la envidia
y la "necesidad" de auto aprobación, no hay fundamento
detrás de la inmediatez del anhelo. La compra es casual,
inesperada y espontánea. Tiene una cualidad de
sueño, satisface y expresa el anhelo que, como todos los
anhelos, es insincero y pueril."

"La sociedad posmoderna considera a sus miembros
primordialmente en calidad de
consumidores más que como productores. Esa diferencia es
esencial.

La vida organizada en torno del rol de
productor tiende a estar regulada normativamente.

Por el contrario, la vida organizada en torno al consumo
debe arreglárselas sin normas: está guiada por la
seducción, por la aparición de deseos cada vez
mayores y por los volátiles anhelos, y no por reglas
normativas. Como no hay normas para convertir algunos deseos en
necesidades y quitar legitimidad a otros deseos,
convirtiéndolos en "falsas necesidades", no hay
referencias para medir el estándar de "conformidad". La
principal preocupación, entonces, es la
adecuación: "estar siempre listo", tener la
capacidad de aprovechar la oportunidad cuando se presenta,
desarrollar nuevos deseos hechos a medida de las nuevas e
inesperadas atracciones, "estar más enterado" que antes,
no permitir que las necesidades establecidas provoquen nuevas
necesidades redundantes o reducir la capacidad de absorberlas y
experimentarlas.

Más interesante resulta el análisis que
Bauman hace sobre el trabajo, el
trabajador y el nuevo que rol que ambos cumplen hoy en la
sociedad de la " Modernidad Líquida".

El nos dice que " el progreso en la época actual
ha sido individualizado; y lo que es más: desregulado y
privatizado.
Privatizado porque el mejoramiento ya no es
una empresa
colectiva sino individual: se espera que los hombres y las
mujeres individuales usen, por sí mismos e
individualmente, su propio ingenio, recursos y
laboriosidad para elevar la condición a otra más
satisfactoria y dejar atrás todo aquello de su
condición presente que les repugne"

Sin embargo el problema se centra al decir de Bauman en
la "viabilidad del progreso", ya que para planear el futuro, es
necesario controlar el presente. La novedad es que lo que importa
ahora es el control de cada individuo sobre su propio presente,
control que para la mayoría es endeble o directamente
nulo. Como dice Bourdieu vivimos en un mundo de flexibilidad
universal, que penetra todos los aspectos de la vida individual
(fuentes de
sustento, representación, vínculos de amor, de
identidad cultural, modelos de
salud, belleza,
etc.)

Entre las muchas razones en virtud de las cuales el
trabajo ha sido elevado a la categoría de máximo
valor de los tiempos modernos, su extraordinaria habilidad para
dar forma a lo informe y
duración a lo efímero se destaca como la más
prominente. Gracias a esa habilidad, el trabajo se ha ganado con
justicia una función clave, incluso decisiva, en la
moderna aspiración a subordinar, doblegar y colonizar el
futuro para reemplazar el caos por el orden, y la contingencia
por una secuencia predecible. Se han atribuido al trabajo muchas
virtudes y efectos benéficos, como por ejemplo el
incremento de la riqueza y la eliminación de la pobreza; pero
en cada uno de los méritos que le asignan subyace su
contribución a la construcción de ese orden, al
gesto histórico de poner la especie humana a cargo de su
propio orden.

"Y el trabajo así definido fue el esfuerzo
colectivo en el que cada uno de los miembros de la humanidad
debió tomar parte. Todo lo demás fue una
consecuencia: considerar a trabajo como "condición
natural" del ser humano y la inactividad como anormalidad; culpar
de la pobreza, la
miseria, la privación y la depravación existentes
al alejamiento de esa condición natural; el trabajo
además tenia la función primordial de conducir a la
autosuperación moral y a la
elevación de todos los niveles éticos de la
sociedad."

Sin embargo algunas cosas han cambiado. "En este mundo
inexorablemente laberíntico, el trabajo humano, así
como el resto de la vida, está partido en episodios
cerrados en sí mismos. Y como sucede en el caso del resto
de las acciones que
los humanos puedan emprender, el objetivo de lograr que su curso
se ajuste a los designios de sus protagonistas es esquivo,
quizás inalcanzable. Del universo de la
construcción del orden y del control del futuro, el
trabajo se ha desplazado al ámbito del juego; el acto
de trabajar se parece más a la estrategia del
jugador que se plantea modestos objetivos a corto plazo sin un
alcance que vaya más allá de las próximas
dos o tres jugadas. Lo que cuenta son los efectos inmediatos de
cada jugada y los efectos deben ser aptos para el consumo
también inmediato."

Por consiguiente el carácter del trabajo ha
cambiado. En la mayoría de los casos, es algo excepcional:
la treta de un bricoleur que aprovecha lo que tiene a mano
y que está inspirado y limitado por lo que tiene a mano,
algo creado pero no creativo, que es más el resultado de
la oportunidad que de la planificación. Guarda un
asombroso parecido con el famoso "cibertopo", que se mueve de
aquí para allá buscando un enchufe para recargar la
energía necesaria para buscar otro enchufe al que
conectarse para recargar la energía necesaria para…[…]
el trabajo ha perdido la centralidad que le fue asignada en la
galaxia de los valores
dominantes de la era de la modernidad sólida y el
capitalismo pesado. El "trabajo" ya no puede ofrecer un huso
seguro en el
cual enrollar y fijar definiciones del yo, identidades y proyectos de
vida. Tampoco puede ser pensado como fundamento ético de
la sociedad, ni como eje ético de la vida
individual.

En cambio, el trabajo ha adquirido un significado
mayormente estético. Se espera que resulte gratificante
por y en sí mismo, y no por sus genuinos o supuestos
efectos sobre nuestros hermanos y hermanas de la humanidad o
sobre el poderío de nuestra nación,
y menos aún sobre el bienestar de las generaciones
futuras. Sólo unas pocas personas pueden reclamar el
privilegio, el honor y el prestigio de realizar un trabajo que
sea de importancia y beneficio para el bien común. Ya casi
nunca se considera a sus ejecutores, y rara vez se los admira o
elogia por esa razón. Por el contrario, se lo mide y
evalúa por su valor de diversión y entretenimiento
, que satisface no tanto la vocación ética de
un productor o creador, como las necesidades y deseos
estéticos de un consumidor, un buscador de sensaciones y
coleccionista de experiencias.

El ingrediente crucial de este cambio es, según
Bauman, la nueva mentalidad "a corto plazo" que vino a reemplazar
a la mentalidad a "largo plazo". Los matrimonios del tipo "hasta
que la muerte nos
separe" están absolutamente fuera de moda y son una
rareza: los compañeros ya no tienen expectativa de
permanecer juntos mucho tiempo. De acuerdo con los últimos
cálculos, un joven estadounidense con un relativo nivel
educativo puede cambiar de empleo al
menos once veces en el transcurso de su vida laboral. La
"flexibilidad" es el eslogan de la época, que cuando es
aplicado al mercado del trabajo presagia el fin del "empleo tal y
como lo conocemos", y anuncia en cambio el advenimiento del
trabajo regido por contratos breves,
renovables o directamente sin contratos, cargos que no ofrecen
ninguna seguridad por sí mismos sino que rigen por la
cláusula de "hasta nuevo aviso". La vida laboral
está plagada de incertidumbre."

En definitiva, estamos ante una nueva etapa del
capitalismo, la del capital financiero que justamente, tiene como
característica su extraterritorialidad. Bauman nos acerca
algunas ideas al respecto cuando nos dice:"… el capital se ha
vuelto extraterritorial, liviano, desahogado y desarraigado a
niveles inauditos, y su recientemente adquirida capacidad de
movilidad espacial alcanza, en la mayoría de los casos,
para extorsionar a los agentes locales de la política y
obligarlos a acceder a sus demandas. La amenaza de cortar
compromisos locales e irse a otra parte es algo que todo gobierno
responsable, por su propio bien y el de sus electores, debe
considerar con toda seriedad, intentando subordinar sus
políticas al imperativo primordial de evitar el peligro de
la fuga de capitales.

Como nunca antes, la política de hoy es tira y
afloje entre la velocidad con
la que el capital se mueve y la cada vez más disminuida
capacidad de acción
de los poderes locales; son las instituciones que con frecuencia
cada vez mayor se sienten que se trata de una batalla perdida.
Los gobernantes, por el bienestar de sus electores, se ven
obligados a crear "mejores condiciones para la libre empresa"- a los
fines de atraer al capital- lo que significa acomodar las reglas
de juego de la política a las reglas de la "libre
empresa"- o sea, que el gobierno ponga todo el poder regulatorio
del que dispone al servicio de la
desregulación, del desmantelamiento y el menoscabo de las
leyes y
estatutos existentes que puedan imponer "restricciones a la
empresa", para que las promesas gubernamentales de no utilizar su
poder regulatorio para obstaculizar las libertades del capital
resulten creíbles y convincentes-, y que ese gobierno se
abstenga de hacer ningún movimiento que pueda llevar a
pensar que el territorio que administra políticamente es
hostil a los usos, expectativas o cualquier emprendimiento futuro
del capital global, o que es menos hospitalario para con
éste que el territorio administrado por los vecinos de al
lado. En la práctica esto significa bajos impuestos,
escasas o nulas regulaciones y por sobre todo
"flexibilización laboral". De manera más
general, implica una población dócil, indolente e
incapaz de oponer resistencia, organizada a las decisiones que el
capital pueda tomar, en palabras de Grüner, transformar esta
sociedad en "Sociedad Cero". Paradójicamente, la
única esperanza que tienen los gobiernos de que los
capitales se queden radica en lograr convencerlos de que tienen
la libertad de irse cuando quieran y sin previo aviso.

Como contrapartida, las condiciones laborales, como todo
lo demás se han precarizado, el desempleo se ha vuelto
estructural en los países desarrollados. En el mundo del
desempleo estructural, nadie puede sentirse verdaderamente
seguro. Los empleos seguros en
empresas seguras resultan solamente nostálgicas historias
de viejos. No existen tampoco habilidades ni experiencias que,
una vez adquiridas, garanticen la obtención de un empleo,
y en el caso de obtenerlo, éste no resulta ser duradero.
Nadie puede presumir de tener garantía razonable contra el
próximo "achicamiento", "racionalización" o
"reestructuración", contra los erráticos cambios de
demanda del mercado y las caprichosas aunque imperiosas e
ingobernables presiones de la "productividad",
"competitividad" y "eficacia". La
"flexibilidad" es el eslogan del momento. Augura empleos sin
seguidores inherentes, sin compromisos firmes y sin derechos futuros, ofreciendo
tan sólo contratos de plazo fijo o renovables, despidos
sin preaviso ni derecho a indemnización. Por lo tanto,
nadie puede sentirse verdaderamente irremplazable."

El efecto que esta política deliberada de la
"precarización" llevada adelante tanto en el ámbito
laboral- pero que se extiende a las demás facetas de la
vida- produce la descomposición y el languidecimiento de
los vínculos humanos, de las comunidades y de las
relaciones.

Ahora en lo que respecta a la representación como
institución democrática ¿está en
crisis? Es que el Estado, como institución que representa
los intereses de la colectividad está hoy en crisis. Esto
se debe a que en un momento determinado se aparta de sus fines
fundacionales, representando más bien los intereses
propios de los gobernantes o de un grupo
determinado. Es por ello que otro concepto entra
necesariamente en crisis: el de representación.
¿Se ven hoy los distintos sectores de la sociedad civil
reflejados en sus gobernantes o será que solamente los ven
como grupos
corporativos que trabajan para su propio beneficio o el de
algún sector?

Jorge Huergo, dirá que de la realidad se
desprende un "doble discurso neoliberal" que ha ido
horadando lentamente el sentido de la representación. El
mismo se produce por que la construcción del discurso
neoliberal trabaja articulando una serie de cooptaciones
lingüísticas: se apropia de términos
producidos por la tradición popular y democrática,
pero para trocarles su sentido con el fin de lograr un proceso de
control ideológico. Conocido es este recurso en el caso
del propio término "democracia". Dirá que si por
sistema democrático se entiende , en general y en su
sentido más común, aquel que ofrece posibilidades
de que el pueble juegue un papel significativo en el gobierno de
los asuntos públicos, el sentido de democracia para el
neoliberalismo
se refiere al imperio de los procesos
empresariales sin interferencias de la población, para
lograr poder y privilegio; alude de los "hombres de más
calidad" para dirigir y el público desconcertado, violento
y peligroso (del cuál aquellos deben protegerse); afirma
la
organización política basada en dos tipos de
roles: el de quienes rigen las instituciones y el de quienes
tienen que ser espectadores sin participar en la acción,
aunque periódicamente deben apoyar a uno u otro de la
clase dirigente mediante la emisión de su voto en
elecciones.

Después de este extenso análisis de la
situación en la que se encuentra la sociedad actual, me
parecería que algunas de las preguntas planteadas al
comienzo por Grüner sobre la crisis de representación
estarían respondidas. Pero esas crisis de
representatividad no puede ser abordado solo desde un marco
político- institucional, sino que se lo debe hacer en
forma sistemática, ya que luego de haber analizado como se
llevó a cabo este proceso de individualización o
atomización es fácil acertar que la crisis
más que de los "representantes" es de los
"representados".

Así el mismo concepto de Representación
está puesto en tela de juicio en esta sociedad consumista-
individualista. En definitiva, este nuevo modelo
económico- político es el que al final ha
trastocado la función que las instituciones
políticas cumplían en otro tiempo al servicio de la
comunidad
toda. Sin embargo es vital para el análisis de la
situación de la representación hoy, en la realidad
argentina, comenzar a hacerlo desde un enfoque que la tome como
funcional a un modelo que se institucionaliza- golpe de estado
de por medio- a inicios de los noventa. Ese es mi objetivo al
menos.

Es interesante, para ir terminando, hacer una
reflexión sobre cómo el modelo neoliberal tiende a
buscar el desfasaje entre las economías y las realidades
sociales, construyendo como dice Bourdieu: " un sistema
económico ajustado a la descripción teórica, es decir, una
especie de máquina lógica, que se presenta como una
cadena de restricciones que obligan a los agentes
económicos, instaurando así el "reino absoluto de
la flexibilidad". Cimentados en la mediatización de los
mercados
financieros, el progreso de las técnicas de información que garantiza a los inversores
la rentabilidad a
corto plazo de sus inversiones,
la posibilidad de comprar de modo permanente la rentabilidad de
las más grandes empresas y de sancionar en consecuencia
los fracasos relativos, ya que las mismas empresas son las que
deben ajustarse rápidamente a las exigencias del mercado
so pena de perder la confianza de los mercados.

Como seguirá diciendo Bourdieu: " En efecto, el
fundamento último de todo este orden económico
situado bajo el signo de la libertad, es la violencia
estructural del paro, de la
precariedad y de la amenaza de despido que implica: la
condición de funcionamiento armonioso del modelo micro-
económico individualista es un fenómeno de masas,
la existencia del ejercito de reserva de los parados. Y lo
más grave es que produce la destrucción de todas
las instancias colectivas capaces de contrapesar los efectos de
la máquina infernal, a la cabeza de las cuales está
el Estado, depositario de todos los valores universales asociados
a la idea de lo público, y la imposición,
generalizada, en las empresas, de esta especie de darwinismo
moral que, con el culto del "triunfador", formado esencialmente
en las matemáticas superiores, instaura como
normas de todas las prácticas la lucha de todos contra
todos y el cinismo."

Para terminar, y a manera de conclusión
podríamos decir que hoy estamos viviendo una
utopía, la "utopía neoliberal" que suscita una
creencia formidable: la fe en el librecambio no solo entre
los que viven de ella materialmente, como los financieros, los
patronos de las grandes empresas, etc. Sino también entre
los que extraen de ella su razón de existir, como los
altos ejecutivos y los políticos, que sacralizan el poder
de los mercados en nombre de la eficacia económica, que
exigen el levantamiento de las barreras administrativas o
políticas susceptibles de importunar a los detentadores de
capitales en la búsqueda puramente individual de la
maximización del beneficio individual, instituida en
modelo de racionalidad, que quieren bancos centrales
independientes, que predican la subordinación de los
Estados nacionales a las exigencias de la libertad
económica para los amos de la economía, con la
supresión de todas las reglamentaciones en todos los
mercados, empezando por el mercado de trabajo, la
prohibición de los déficits y de la
inflación, la privatización generalizada de los
servicios
públicos y la reducción del gasto
público y del gasto social.

Por eso es necesario tomar conciencia de que como dice
Grüner: "el principio de la libertad individual llevado
hasta sus últimas consecuencias, en combinación con
la razón instrumental, no puede sino resolverse en el
terror como política de Estado. El ejercicio de la
democracia o los derechos humanos, es un invento francés
que actualmente los norteamericanos aplican mejor que
nadie"

Según Grüner actualmente el Kirchnerismo no
ha eliminado la base condicionante de ese terrorismo. La
base estructural, la brecha entre los más pobres y los
más ricos, sigue siendo la misma, por lo tanto la
Argentina es uno de los países más pobres del
planeta por que no se ha transformado esa brecha enorme en la
distribución de los bienes. Pero
no parece configurarse con posibilidades de triunfo una
alternativa, como se decía en otra época, a esta
situación.

También ante la crisis de los partidos
políticos Grüner dice: "aun el llamamiento
utópico de una revolución
proletaria mundial, como se hacía en los 60, sería
índice de otra cosa, pero ya ni siquiera los trotskistas
pueden salirse del juego. Lo que en cierto momento se
llamó "pensamiento único" no es, como se cree, la
pretensión del sistema de poder de hacer que todos
pensemos lo mismo, lo cual sería absurdo. Lo que quiere
decir "pensamiento único" es que podemos pensar cualquier
cosa, de la forma más libre posible, pero que no
tendrá ningún efecto. La lógica del poder no
impide que cada uno exprese sus ideas, e incluso en algunos
aspectos le resulta funcional, así sean estas de izquierda
o progresistas […] a lo mejor, hoy, ser de izquierda significa
asumir cierta posición conservadora de la modernidad,
cierta posición que salve lo salvable de la cultura
moderna."

Bibliografía

Zygmunt Bauman, "Modernidad Liquida". ED Fondo de
Cultura Económica.2002.

Pierre Bourdieu, "La Esencia del Neoliberalismo".
1998.

Gustavo Eduardo García, "Globalización y Derechos Humanos: una
visión de Argentina como parte de Latinoamérica". UNRC.2006.

Eduardo Grüner, "La Cosa Política o el
acecho de lo Real". ED Piados.2003

Jorge Huergo, "De la Representación a la
Articulación Colectiva. Univ. Nacional de la
Plata.

Arturo Jauretche, "Manual de Zonceras
Argentinas".

Noami Klein, "La Doctrina del Shock". ED
Piados.2007

Periódico
La Vanguardia.
Julio 2007.

Tomas Moro, "Utopía". ED Losada. 2007.

Diario Perfil.

Juan D. Perón, "La
Doctrina Nacional". .

Revista
Veintitrés Internacional. Noviembre 2007.

 

Autor:
Gustavo García

 

 

Autor:

Este trabajo fue realizado en diciembre de 2007 para ser
presentado en la Cátedra de Sociología
Política correspondiente al cuarto año de la
carrera de Lic. en Ciencias Políticas de la Universidad
Nacional de Río Cuarto.

Partes: 1, 2
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